jueves, 23 de junio de 2011

De Orlando Guillén a Sonia García.

 
Orlando Guillén 


Ayer presenté en la librería Documenta de Barcelona Tiempal Libro de pinturas (Ediciones El Viaje y C&F ediciones, Guadalajara, México, 2010). Me acompañaron los poetas Enric Casasses y Bruno Montané, catalán y chileno en ese orden, y la periodista mexicana Sonia García García.
Pues bien: en honor a su oficio, como no podía ser menos, Sonia me envió, para preparar su intervención, este correo electrónico punzantemente cargado de interrogantes:

He estado leyendo tu libro y para la presentación me gustaría que me respondieras algunas «preguntitas».
Primero, por qué escribiste estos poemas y para qué. Ya sé que la poesía no tiene un fin, pero creo que es una forma de descargar emociones.
No es una poesía agradable, desde luego; qué quieres decir con ella.
¿Por qué la mezcla de tipografías diferentes? ¿Quizá es lo que da nombre al libro de pinturas?
Mezclas y construyes nuevas palabras, rememoras canciones de la infancia..., ¿por qué?
He tenido que recurrir al diccionario, inclusive para la definición de Tiempal. ¿Qué buscas provocar en el lector?
Pienso que eso me ayudará a presentar este nuevo volumen.

Mis respuestas fueron las siguientes y las comparto hoy con los lectores de poesía, si bien advierto que no son exhaustivas y los alientos de Quetzalcóatl y Tezcatlipoca quedan al espejo humeante de la lectura de cada quién:

Lo primero: no se trata de «poemas». Tiempal no es una colección de poemas reunidos a partir de lo temático o lo cronológico o lo estilístico en busca de identidad o unidad que formen libro.

No niego que otros escriban así, incluso con mejor fortuna que yo, pero no es mi caso. Tiempal es un solo poema, un canto. Nada nuevo bajo el soy. La vida es un solo poema. Esto es una constante en mi escritura desde Versario pirata, que es un libro de mi juventud. Es el desarrollo espiritual de un asunto que ahonda una visión de vida, muerte, amor y mundo a lo largo del tiempo cósmico y en y del tiempo humano.

Tampoco es «por qué escribí este poema» la cuestión sino por qué escribo, que es tanto como preguntar por qué nací o por qué estoy vivo. Escribo poesía porque nací para el canto. A escribir bien o mejor, se aprende. A cantar no. Naces con el estigma puesto. Que lo desarrolles o no ya es otro cantar.

Cantar de gesta.

Entendámonos: todo mundo en condiciones normales puede correr. Los atletas aprenden técnicas instrumentales. Pero no todo mundo ni todos los atletas rompen la barrera de los 10 segundos en los 100 metros planos. Hay sin embargo quienes andan muy cerca de eso de manera natural y si se entrenan conoceremos sus alcances. Así la poesía. Todo mundo en condiciones normales puede cantar. Aprenda técnicas o no, no todo mundo será Caruso. Hay quienes sin embargo, como Llanito en los patios de mi infancia en Acayucan, si hubiera conocido técnicas quién sabe a dónde hubiera llegado... Es misterio y maravilla.

Decir que nací o que estoy vivo por la unión espermovular patermaterno es descripción de superficie, y superficie es territorio de lo obvio. No explica por qué nací o estoy vivo sino consigna mis maletas en el tren de la vida y de la muerte. Pero Grullo es físico, «científico». Su asunto es exterior y descriptivo de masas y volúmenes. La ciencia de lo físico se agota en sí misma en cuanto omite o niega o ignora que masas y volúmenes, dimensiones y tiempo son seres vivos dados y no simples presencias o apariencias. Vinimos de lo Oscuro como especie y las cosas del Todo cósmico y puntual al que engrosamos ya estaban ahí. La poesía es inmersión, altura y expansión de lo que existe en lo que existe y permanente respuesta humana al reto del misterio. Dios también es una respuesta, pero una respuesta por absoluto al misterio concreto del Origen. Por eso es verdad de fe, optativa por tanto y paralítica de la inteligencia.

Porque no sólo el Origen es misterio, yo prefiero la respuesta que es muchas respuestas de la poesía en la medida de lo humano. Se escribe para el misterio, del misterio, por y para, de y en el misterio para darle y darnos sentido y son nuestros instrumentos el amor, la belleza, la verdad, el sueño, la vida y la muerte y las huellas puras y terribles del espíritu. Si algo somos, somos poesía.


No. Mi poesía no es «agradable». Ni «desagradable» tampoco. Lo uno y lo otro no son categorías estéticas. Escrita con las sangres del pensamiento y del sentimiento y con grandes cuajos de realidad que de la realidad arranco viviendo y que aíslo para integrarme, desintegrarme y reintegrarme a ella, mi poesía es bella y real contundente, no realista (que eso es etiqueta de los «críticos» y ellos sabrán lo que quieren decir con ella). La poesía no es ese grado de lo terrible que todavía podemos soportar que Rilke asignaba a la belleza sino aquel que no podemos soportar sin transformarnos. El poeta lo soporta. La poesía invita a los demás a soportarlo. En realidad, cuando estamos frente a la poesía verdadera, la poesía es terrible e insoportable como la realidad misma y la belleza única.


Estructuralmente, Tiempal es un libro escrito en espiral y por razón concéntrica su movimiento es remolino. A ello obedece no sólo su dispersión tipográfica sino su ir y venir convergente de la imagen, de modo que principio y fin son un solo movimiento en el tiempo y una sola metáfora. La realidad sucede en el tiempo y el tiempo en la realidad.


Gracias, Sonia, por enviarme a la academia. Yo creía que la palabra me la inventaba sin antecedentes de ese tipo. Pero no. El diccionario RAE (que dista mucho de serlo completo si atendemos a su hoy difunto gran látigo de sus miserias Nikito Nipongo, a cuya memoria me complace rendir homenaje), recoge una de las dos acepciones que mi título Tiempal impone: aquella que se refiere a un largo período; la otra, la que sí me es propia, es el sentido de lo relativo al tiempo. De ambas cosas trata Tiempal a partir de la concepción del tiempo naua preazteca asentado en Aztlán, según el cual surgen o nacen simultáneos el tiempo y la luz. La realidad, el tiempo y la luz originarios, el paso de la vida, la muerte y otras yerbas de amor y de sueño en el mito como realidad y en la realidad como mito son el asunto y el canto de mi propio paso individual y colectivo por la actualidad incesante de la historia, que es día aunque nos la quieran hacer noche los cretinos. En Tiempal, finalmente, el amor y yo somos simultáneos y de la mujer mi día.

Y en cuanto toca al subtítulo Libro de pinturas, te diré que no sólo significa materialmente los códices de nuestra herencia mexica sino la identificación de la realidad como libro de pinturas de los dioses en la gran poesía naua clásica. Es la naturaleza trágica de lo que implica este verso, que cito de memoria: Sólo estamos pintados en tu libro de pinturas. Es decir: somos ilusión de paso en el libro del cosmos, en el libro de pinturas que es la realidad; desapareceremos, seremos borrados al gusto de los dioses.


Mi poesía no busca provocar nada en el lector. Mi poesía es. Un hecho simple de poesía esencial como una cucaracha o como una rosa o como un hijo. En todo caso, provoca lo que provoca todo aquello que es. Y sí, descarga emociones, pero también sensaciones y toda palabra que venga de la boca de la bestia o de los belfos de los caballos sin boca.


Jugar con las palabras es eso: re-crearlas, cargarlas de nuevos sentidos de vida de su peso primigenio. Yo escribo siempre en el Acayucan abstracto y sentimental que revierte Utopía mi lugar de nacimiento le dije a pregunta expresa a José Luis Ortega, otro amigo periodista, veracruzano como tú o como yo. O sea, para ser precisos: yo escribo siempre desde mi infancia y su ropaje en canción es música de mi idioma natural. Nada más natural para una niñez de espíritu que jugar al juego de pelota. Pelota de sangre, luz, fuego y tiempo.


[B. 17/6/2011]