domingo, 16 de septiembre de 2012

ENTRE LA DESCONCENTRACIÓN Y LA AUTONOMIA DE LA UPN. RESPUESTA A DON MIGUEL IZQUIERDO.


Samuel Pérez García

UPN 305 Veracruz.



El maestro Miguel Izquierdo, asesor de alguna Unidad de UPN ha propuesto sus ideas en torno al camino que deben seguir las Unidades UPN en el país. El argumenta a favor de la desconcentración de las unidades, antes que volver al centralismo burocrático que se vive en la Unidad Ajusco, y contra la aspiración AUTONÓMICA de la UPN ajusco y de las Unidades, propuesta que surge de un grupo de académicos.

Con el fin de entrar al análisis y vislumbrar cuál es el camino que nos toca recorrer en este periodo, subo a la palestra para exponer mi punto de vista.

El profesor Izquierdo toca varios puntos, pero voy a concentrarme en aquellos que me han llamado la atención no por lo que dice, que es respetable su idea, sino por el modo cómo lo dice, y que en ese sentido, creo que lleva bastante carga emotiva, más que racional.

Dice el profesor que ya no se trata de regresar al centralismo ni sentir nostalgia por el líquido amniótico, que el cordón umbilical está roto desde hace mucho y que ahora las unidades ya son adultas. Textualmente:

“No comparto la propuesta del regreso al útero, ya somos mayores de edad en muchas Unidades, si no es que en todas, aunque las condiciones son particulares y cada una dirá su parecer sin pretensiones de representar a las demás. El útero es UNA INSTITUCION CENTRALIZADA, autónoma o desconcentrada o descentralizada. El cordón umbilical está roto, si bien podemos identificarnos –si queremos, si trabajamos por ello- como Unidades hermanas, como colegas”.

Nadie ha dicho –don Miguel-que se quiera regresar al útero ni continuar con el mismo cordón umbilical.

Desde mi perspectiva plantearse la autonomía universitaria es apelar a otra perspectiva muy distinta a los modos de vida que las Unidades y la Unidad central ha planteado desde su nacimiento, en 1978. No vislumbro un regreso al centralismo autoritario, tal y como hoy está dando cuenta en su mejor perfil, la actual rectora Silvia Ortega. Ella textualmente ha dicho –según me han contado- en reunión de directores: “no le comuniquen a los profesores de esta medida desconcentradora”. Y muchos directores asumieron la consigna y han mantenido en “secreto” el desarrollo de la medida. Contra ese tipo de decisiones autoritarias estamos los que planteamos el crecimiento de esta Universidad y si bien, como cualquier organismo, el desarrollo está marcado por diversas fases y obstáculos, el de la UPN a nivel nacional pasa hoy, de nueva cuenta, por otro dolor, producto de esa añeja enfermedad que proviene de haber nacido no de un consenso de las partes que hoy lo integran, ni de un requerimiento social, sino de la decisión unigénita de José López Portillo. Exigir ahora la autonomía no es apelar al regreso al útero materno, sino resituarnos en las condiciones actuales para replantear la existencia universitaria desde otra mirada, la de los de abajo, no la de los directores ni coordinadores y rectores, no la de los teóricos de aquellos años de la federalización de 1992. En las Unidades también pensamos y lo que deseamos es conjugar esfuerzos, porque la medida de la desconcentración no es la mejor, sino la línea directa del Secretario de Educación Pública, que tampoco es la propia, sino la del Felipismo actual.

El cordón umbilical todavía no está roto completamente, sigue ahí – a través de Silvia Ortega- queriendo decirnos a todos los maestros y administrativos, que el único modo de seguir existiendo es al modo que el patrón quiera: es decir, desconcentrándonos y sin participación activa de los trabajadores. Frente a esta medida, es lógico y sensato que reclamemos ser escuchados y que juntos delineemos el camino que nos toca recorrer, y si dentro de este camino, algunos miramos encaminarnos a la autonomía, ¿qué hay de malo con luchar por ello, en lugar de obedecer ciegamente la desconcentración unilateral de Silvia Ortega?

Y usted continúa ilustrándonos la razón de su negativa:

“Ahí están claros ejemplos de la lenta aprobación en el centro de los programas educativos propuestos desde la periferia, o su franca negativa de aprobación. Por favor no se diga que eso se resolverá con volver al centralismo, o con la autonomía, ahí está la UNAM con lo más acabado de lentitud o prohibiciones para que surjan nuevos programas educativos, con sus cotos de poder, impasables algunos”.

Esto es muy cierto, don Miguel, el férreo centralismo que ha predominado en la Unidad Ajusco, no permitió el desarrollo de las unidades. Donde papá mandaba, los hijos no podían decidir, salvo enviando a algunos consejeros para alzar la mano en las reuniones de Consejo Académico o pedir favores a las autoridades. Pero de este error y otros más que se recuerden, no deviene como conclusión negar el reclamo de exigir Autonomía General, de la Unidad Central con todas las 76 unidades que le dan cuerpo. El gran problema que enfrentamos es la lejanía y los intereses arraigados en cada Unidad, por ejemplo, el caso Veracruz, donde las cinco unidades están viviendo un proceso de parálisis completa, donde sólo parece que mandan los directores, el coordinador general, porque la gran mayoría de los académicos, viejos y desahuciados de la política, se niegan a participar en ese viejo sueño de luchar por permanecer trabajando bajo un Proyecto Universitario Democrático, desde las bases, tratando de atisbar en medio de estas medidas autoritarias, una luz que nos conduzca a un mejor puerto, diferente al anterior, pero convocados por la chispa que genera el actuar bajo un proyecto que globalice las demandas de todas y cada una de las unidades. Creo, que frente a la desconcentración autoritaria, la contrapropuesta es la autonomía universitaria de la UPN Ajusco y sus 76 unidades en el país. ¿Cómo lograrlo? Es lo que tenemos que reflexionar conjuntamente, porque los cambios verdaderos no son de una sola persona, como Silvia Ortega pregona en sus reuniones, sino de toda la colectividad. Y créame, la desconcentración no es realmente un cambio, ni una oportunidad de crecimiento, más bien es la formalización de lo que en hecho está, y puede como usted afirma, el último estertor de vida de las unidades, aunque también, como lo afirma, pudiera ser el primer escalón “para luchar por la autonomía”, aunque lo dudo demasiado. Pero no lo quito el sueño, como tampoco nos lo puede usted quitar.

Usted, a sus años, se mira desencantado. Cree que en las condiciones actuales, la autonomía, tras veinte años de horrores, no es posible pensar en su arribo. Dice:

“Algunos vemos muy lejos, dadas las condiciones actuales, el paso a una autonomía, y tras veinte años de horrores, no nos esperamos a su arribo”.

Es cierto, don Miguel, no estamos en 1992 ni en otro año distinto, sino en uno, cuyo gobierno ha rediseñado los planes y programas, desde la educación básica hasta el nivel medio superior, con el fin de convertir a los estudiantes, no en reflexivos y críticos, sino en dóciles y obedientes con los patrones y las entidades de gobierno, se trata del gobierno panista que, en mala hora, se enquistó a partir del año 2000, y que en aras de volver a la sociedad monolítica y robotizada, ha replanteado una reforma en Educación básica basada en competencias, haciendo creer que el problema de la educación en México, consiste en sabernos insertar en la globalización a través de un proceso formativo, cuyo eje rector es la eficacia y su corolario: los resultados. Piensan los teóricos de la educación federal, que hemos perdido mucho tiempo en discernir si existe un mundo mejor o como debe formarse el hombre para cumplir su destino; en lugar de eso, nos recetan el aprendizaje para la vida a través del desarrollo de las competencias, donde todos deben mirar lo racional como es estar preparado para enfrentar los desafíos personales y sociales, y conseguir, en ese enfrentamiento, el éxito monetario y cultural, limitado éste a posiciones mecanicistas y acríticas. Pero este enfoque educativo –mi estimado profesor- tiene un trasfondo ideológico: cuando los teóricos de la educación del Estado leen competencia y hablan de eficacia, no están concibiendo un ser racional y cuestionador de las medidas que suceden en la sociedad, en las empresas y en los hogares. Competir para ellos tiene un sentido utilitario, de rendimiento y resultados, y si de actitud se trata, miran al hombre competente, como dispuesto a obedecer lo que la cúpula empresarial o gobernante decida. Un hombre competente para ellos es aquel que se resitúa en los nuevos contextos de la globalización, que es el de ser hombres máquinas, no hombre morales, hombres eficaces, no hombres reflexivos ni críticos; emplear la mano de obra y la inteligencia no al servicio de la sociedad para cambiarla, sino para saber adecuarse a los autoritarismos presentes y por venir. Así, pensar en la autonomía para ellos, o quienes desde ese enfoque lo analizan, es soñar despierto y quienes así lo hacen, dicen ellos que éstos viven todavía el influjo de una vieja filosofía que aspiró a la igualdad social, al respeto del otro, a la justicia para todos. Frente a esto, usted considera que hay que apelar la desconcentración sin más, en aras del resultado, y una vez que se dé la desconcentración hay que pedir la autonomía. Creo, sin embargo, ver ilusión tanto del lado de la autonomía como de la desconcentración. Estos últimos creen que el Estado tiene alma y conciencia, cuerpo y razón. El Estado o el gobierno como lo quieran ver, no tiene otra finalidad que la de mantener el orden a costa de lo que sea y medianamente ofrecer educación para que los hombres sigan teniendo ciertas habilidades manuales y racionales, pero no más allá de la necesaria, a tal grado de promover la subversión. El Estado se cuida de que esto no ocurra, ni en la sociedad ni en los contenidos de los programas de estudio. Por eso es que ha decidido coartar los programas educativos e implementar una reforma que convierta a la próxima generación de niños y jóvenes, en seres acríticos, obedientes y sumisos ante el poder político. Su consigna, abiertamente no es acabar con la educación, pero si moldearla a su imagen y semejanza. La Universidad Pedagógica nacional y su “pedacería”, las unidades -como usted llama a las unidades irónicamente- sufren ese embate hoy a través de la desconcentración, pero nos han endulzado la píldora: están haciendo soñar a los directores de que así podrán tomar decisiones autónomas. Si viera usted el caso de las cinco Unidades de Veracruz, nos daría la razón, que desde aquí, entre la autonomía y la desconcentración, la peor medida es esta última. Aquí contamos con un organismo sindical obediente al cacique, con cuerpos directivos chitones y académicos desahuciados políticamente, desencantados como usted, y que les vale lo que venga, con otra Universidad Pedagógica, fiel al régimen de gobierno, lo que definitivamente muestra un panorama hostil a cualquier movimiento de liberación. Y sin embargo, me inclino por el sueño de la autonomía y de replantear esta bajo una distinta percepción, para que no se repitan los “20 años de horrores que usted ha dicho”. Usted sueña bastante con su desconcentración. Yo y otros lo hacemos desde la autonomía.

Nos dice más adelante que la realidad ya cambió. Que la rectoría nacional ya no perdura. Que ese rectorado no es válido para los casos de Durango y Chihuahua, Sonora, y Edo de México, porque éstas, bien que mal, han transitado su propio camino.

Correcto, don Miguel. Esto muestra que la realidad nacional en cuanto a las unidades es polimorfa no sólo en cuanto al desarrollo educativo, sino también en el despliegue ideológico y político de sus bases. Unos han conseguido mucho, otros han conseguido poco, y otros han estado en letargo, a la espera de lo que Ajusco les ofrezca. Es, precisamente, esta variedad de desarrollo, lo que nos lleva a discrepar en las medidas a tomar frente a la realidad nacional. Los que se han desarrollado aspiran a la desconcentración con justa razón, pero los que no, ¿a qué aspiramos? La desconcentración no nos ofrece más que la muerte natural de la UPN, pues tal es el caso Veracruz, estamos en franca dependencia de los programas educativos del centro. Pero sobre todo, enfrentamos a otra Universidad Pedagógica Estatal que es la preferida por el Estado, lo que nos quita toda ilusión frente a la desconcentración. A nosotros no nos conviene esa desconcentración al modo como se está promoviendo: desde la cúpula y sin el consenso de los trabajadores. Desde mi perspectiva personal y de otros que piensan como yo, preferiría la autonomía de la UPN y sus 76 Unidades.

Después usted nos ilustra que como organismo surgido por decreto, descentralizado o desconcentrado estamos sujetos a la sufrir la liquidación por parte de quien manda en el país o en el Estado. Tal lo indican las leyes. Lo sabemos, no es necesario acudir con algún jurisconsulto. Somos entidades surgidas por decreto de un dedo sabio. Y este mismo dedo, puede, en cualquier momento, en lugar de alzarse victorioso, obrar en sentido contrario, para exigir la muerte del próximo a morir, según dice usted.

Y sin embargo, don Miguel, entre pelear por la desconcentración “que está más próximo a la autonomía” o pelear por la autonomía,-que está muy lejos- nos quedamos con este último sueño. Pero no, como ya dije, para mantener ese mismo cordón umbilical autoritario y burocrático, sino para obtener una reforma profunda de la UPN como universidad de excelencia del magisterio nacional, según debió ser y que no se ha podido. Pero no porque no se haya querido, sino porque las condiciones nos han rebasado. Creo que al interior de la Universidad Pedagógica Nacional existen todavía profesores pensantes que obran de buena fe, y que no están cortados con la tijera del autoritarismo que encabeza Silvia Ortega. Con ellos estoy y con los que desde otras Unidades piensen en la autonomía como un sueño por el cual se debe luchar.

Qué bueno, don Miguel, que se decidió por escribir esa replica al manifiesto de las asambleas de Unidades, y aunque estamos en trincheras contrarias, sea bienvenida su forma de pensar.

Por lo pronto, yo le digo a los profesores que piensan en la autonomía que algunos maestros de Veracruz tenemos ese mismo sueño.

OCTUBRE 24 DE 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario