jueves, 3 de septiembre de 2009

EL POETA Y EL PERIODISMO



El autor es poeta, periodista y periodista. Originario de Jáltipan de Morelos, Veracruz, reside actualmente en Villahermosa. Ha obtenidos algunos reconocimientos nacionales y locales.





Rubén de Leo.


Para el poeta, el periodismo es un medio de subsistir, de pegarse a una chica, un libro o una cerveza.
Es difìcil vivir de la poesía; sin embargo, nos vive y vive en nosotros, los poetas.
Con el periodismo el poeta se mata a sí mismo. Es decir, pierde peso en su propia gravedad; el objetivismo y la veracidad reduce la sensibilidad y la emociòn al escriibir, como que enfría uno con tanta veracidad aparente y engañosa, como que los huesos se alargan hasta volverse polvo.
El poeta es el gran mentiroso, el Lucifer, porque lo que dice son mentiras, ademas, de piadosas. Como dijeron los antiguos griegos: “Los poetas son unos grandes mentirosos”, de ahí que Platón los expulsara de la República. Pero yo creo esto a medias, pues un poeta tambièn es un arcángel, un Gabriel, porque mediante esas “mentirillas” justifica la falsedad y con ella crea la verdad.
La veracidad no sólo radica en los órganos articulatorios del habla sino en lo sensible y espiritual. De ahí que Vicente Huidobro calficara a un poeta como un “pequeño Dios”, pues lo concebìa como un creador, da vida a nuevas cosas, y, como primer hombre, como un Adán, le da nombre o renombre a esos objetos que inventa con la pluma.
Uno hace periodismo para vivir y ni siquiera eso, sino para sobrevivir, pues el trabajo es mal pagado. Además, nos explotan, nos censuran, vaya, nos chingan.
No todos los periódicos que tienen un suplmento cultural remuneran o le dan la gracias al poeta que en él colabore. Claro, hay excepciones y me admiro y enorgullezco de ello. Quien fuera como en la Odisea y en La Eneida donde a los poetas se les tenía como seres nobles y tenían el poder económico, político y social, en ese mundo los poetas se dedicaban a tañer la lira y a cantar sus poemas a un público que los reconocía
Pero eso ya pasó –o ni siquiera eso, porque pudo haber sido un mito- y ahora en nuestros tiempos lo que queda es robarle horas al sueño y aprovechar el insomnio –tal y como lo estoy haciendo ahora-para escribir algunas notas para los periódicos. No estoy en contra de ellos, sino todo lo contrario, por ellos como y me festejo el dìa con un libro y una cerveza. Pero quiero ofrecer mi opinión sobre la relación poeta-periodismo.
Viene al caso la siguiente anécdota: Un día quise entrevistar al poeta Oscar Oliva, y él –enojado me dijo: -“Qué chingaos quiere ser, poeta o periodista? Y que le contesto: “Necesito comer”. Entonces se calló.
La verdad es que si no existieran los suplementos culturales en los periódicos, el poeta no podría subsistir. A lo mejor se dedicarìa a lavar platos, vender libros o casetes, o vendedor de seguros de vida. ¿Qué chistoso, no?
Es verdad y mas que la verdad ( lo digo con golpes en el pecho) me ha sucedido a mí y a otros tantos colegas, a quienes he visto por ahì deambular despistados.
Entonces, el periodista tiene que alimentar al poeta, pagarle sus libros, sus plumas, su hojas blancas que tanto hacen falta; tambièn sus chelas, y de vez en cuando –o segùn la necesidad- una “chavita”. Creo que vale la pena estudiar ciencias de la comunicaciòn, por lo menos el poeta. Así tendrá el plato lleno de tacos, pero también de censuras. Amén.

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